La caja de los celulares by Macarena Rueco
Está todo bien con la tecnología, sacarse fotos con orejas de conejo a algunos adultos nos encanta y a los niños más. Pero hay un tiempo para todo. Y la verdad es que la infancia se va volando como para pasar tantas horas metidos adentro de una pantalla. La que sea. Incluso la TV o la compu. Sucede que por lo general son aparatos más grandes, incluso las pantallas planas, sería la mar de e ngorroso volver a meterlos a la caja, descolgar el plasma de la pared, en fin. Con el celular es otra historia. Su tamaño es inversamente proporcional a la atención que demanda. Ahí está su aplicación de Aquiles (porque talón, no tiene). En un dos por tres puede ir a parar a una caja. Y eso hacemos a veces en casa. Debí decir “hago”, porque soy yo la artífice de esa pequeña revolución hippie cotidiana. Luego invito amablemente a que se me unan otros dispositivos. Recito estrofas de blogs sobre crianza. Me disculpo por mi brecha generacional con mis hijas hasta que, por fin, los aparatos regresan